El virus del Nilo Occidental (VNO) es un arbovirus aviar,
del género Flavivirus, que puede ser mortal en algunas especies de
mamíferos, reptiles y aves. Pertenece al complejo o serogrupo de virus de la
encefalitis japonesa.

La mayoría de los casos clínicos se producen en humanos y
caballos. Aproximadamente el 80% de los humanos infectados permanecen
asintomáticos; el 20% tiene síntomas similares a los de la gripe. Menos del 1%
desarrolla meningitis, encefalitis o parálisis aguda, pero algunos de estos
casos son mortales u ocasionan discapacidad permanente. Los signos neurológicos
también se observan en algunos équidos y, ocasionalmente, en otros mamíferos.
Se han reportado brotes en cocodrilos. Algunas cepas clínicas nuevas del virus
del Nilo Occidental parecen ser virulentas. Antes de 1994, la enfermedad se producía
esporádicamente en humanos y caballos, o como epidemias relativamente menores
en zonas rurales y los signos neurológicos graves eran poco frecuentes en la mayoría
de los brotes. Hasta 1999, el virus del Nilo Occidental también estuvo circunscrito
al Hemisferio oriental. No obstante, se observaron brotes graves en Argelia,
Rumania, Marruecos, Túnez, Italia, Rusia e Israel entre 1994 y 1999 y el virus
se propagó a Norteamérica en 1999. Un aumento en la incidencia de enfermedad neurológica
y un índice de letalidad más elevado ha sido asociado a estos virus.
Algunas cepas virales recientes también, causan signos
clínicos en aves. En consecuencia, la fiebre del Nilo Occidental surge como una
preocupación sanitaria significativa, tanto médica como veterinaria, en
América, Europa, la cuenca del Mediterráneo y en otras regiones.
El hecho de que el número de casos en Norteamérica sea muy
superior este año que en 2011, así como su extensión en otros lugares, como
Europa, ha causado gran alarma social. El cambio climático es uno de los
factores que pueden estar ayudando a la propagación de la enfermedad.
Erin Staples, médico epidemiólogo del CDC, le dijo a BBC Mundo que el
‘templado’ invierno, la temprana primavera y el verano caliente están
promoviendo la reproducción de los mosquitos que transmiten el virus. "Aunque
sabemos que el número de infectados siempre aumenta a mediados de agosto, está
claro que el inusual clima ha influido enormemente en la propagación del virus.
Si hay más mosquitos se incrementará, potencialmente, el número de personas contagiadas",
explicó. "El brote de este año es mucho mayor que el de años
anteriores", recalcó. Sin embargo, Staples advirtió que el clima no es la
única razón del aumento. "Hay muchos factores que están afectando al
número de casos, como la cifra de pájaros que portan el virus y el
comportamiento humano".