El virus de la gripe aviar ha adquirido la capacidad de infectar
a mamíferos acuáticos y es culpable de una epidemia que asoló algún tiempo
atrás a una población de focas comunes en el litoral de Nueva Inglaterra,
Estados Unidos.
Esta es la conclusión a la que ha llegado un equipo de expertos de
la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York, el Acuario de Nueva
Inglaterra, y otras instituciones.
La primera señal de alarma surgió cuando, en septiembre de 2011,
se descubrió un gran número de focas enfermas a lo largo de la costa desde el
sur de Maine hasta el norte de Massachusetts. La mayoría eran cachorros (con
menos de 6 meses de edad), y un total de 162 focas muertas o moribundas fueron recogidas
en los siguientes 3 meses. Los análisis han señalado como culpable a una nueva
cepa de virus de la gripe aviar, H3N8.
El equipo de Simon Anthony ha investigado cómo este virus pudo
saltar de aves a focas. A juzgar por los datos de la secuenciación del genoma
completo y los del análisis filogenético, el H3N8 de las focas desciende de una
cepa aviar que ha estado circulando entre aves acuáticas de América del Norte
desde el año 2002, lo que sugiere que el salto vírico desde las aves a las
focas debe haberse producido no antes de ese año.
Concretamente, el H3N8 de las focas ha adquirido la capacidad de
enlazarse a receptores del ácido siálico que se encuentran frecuentemente en el
tracto respiratorio de los mamíferos. Ciertas mutaciones en los genes HA y PB2,
necesarios, respectivamente, para entrar en la célula y para replicarse dentro
de ella, parecen haber reforzado la capacidad vírica de atacar mamíferos y
transmitirse por ellos, aunque todavía hay que investigar más esta cuestión.
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